Mi interés por el movimiento en la 3ª edad comenzó cuando cursaba 1º de T.A.F.A.D. que una empresa DXT servicios deportivos me ofreció trabajar dando clases de gimnasia de mantenimiento para la comarca de Gúdar-Javalambre (Teruel). Para mi fue una gran experiencia ya que cada persona era distinta a la otra y con una patología particular, por el primer trabajo que tuve fue informarme de cada una de ellas y comprender las limitaciones que cada una ofrecía.
Esta película que aparece a continuación me hizo revivir mi experiencia con uno de mis alumnos que también padecía alzheimer.
¿Y tú quién eres? (2006).
La memoria perdida: una visión de la
enfermedad de Alzheimer en el cine
María Isabel Sánchez Rubio
Farmacéutica comunitaria. Salamanca. (España).
Correspondencia: María Isabel Sánchez Rubio: Paseo Florencio Marcos 21-23. 37008. Salamanca (España).
PROLOGO:
Los Rivero, una familia que se va de vacaciones, deja en Madrid a su hija Ana, que está opositando, y al abuelo Ricardo, al que instalan en una residencia de ancianos durante ese periodo, a diferencia con años anteriores a causa de que padece alzheimer y consideran que allí "estará mejor cuidado". Allí Ricardo conocerá a Andrés, su compañero de habitación y nuevo amigo. Juntos recordarán vivencias de la juventud, algunas tiernas y divertidas. Pero, a medida que pasa el verano, el mal de alzheimer acecha cada vez más a Ricardo.

Los servicios de salud mental, que desempeñan un papel crucial en el envejecimiento activo, deben considerar la motricidad como parte integral de la asistencia en este tipo de pacientes. Ya que la práctica del ejercicio físico con lleva a la adopción de estilos de vida saludables y a la participación activa en el propio autocuidado que es importante en todas las etapas del curso vital. Una actividad física adecuada, una alimentación sana, no fumar y el consumo prudente de alcohol y medicamentos en la vejez, pueden evitar la discapacidad, el declive funcional, prolongar la longevidad y mejorar la propia calidad de vida.

A pesar de todo, una gran proporción de personas mayores lleva una vida sedentaria en la mayoría de los países como es el caso de Chile, Perú, Colombia y España. Las políticas y los programas de gobierno de éstos y otros países deben animar a las personas a estar físicamente más activas a medida que envejecen y proporcionarles oportunidades para ello. Es especialmente importante ofrecerles áreas de paseo seguras y apoyarles en actividades comunitarias que sean culturalmente apropiadas, como también de acciones que estimulen la cognición pudiendo ser entre otras el juego o la recreación intencionada.

Por otro lado, es importante precisar que las enfermedades neurodegenerativas se expresan y debutan clínicamente con una notoria alteración de la capacidad de memoria y de juicio, tanto para la Enfermedad de Alzheimer y afecciones similares, como para la llamada Demencia Senil que afecta a ancianos no enfermos mentalmente. Además, por no tener estas enfermedades un diagnóstico presuntivo temprano, hace imposible predecir con exactitud cuál o cuáles de los adultos mayores contraerán alguno de estos tipos de enfermedad discapacitante.

Al respecto también es necesario considerar que algunas demencias de los adultos mayores y ancianos pueden ser tratadas clínicamente con resultados totales o parcialmente reversibles; sin embargo, otras demencias una vez que debutan clínicamente son progresivas e irreversibles. No obstante lo anterior, unas y otras pueden ser retardados en su expresión clínica si se manejan adecuadamente algunas causas que ponen en marcha los mecanismos neurológicos propios de esa enfermedad mental.
Dentro de las causas desencadenantes están la perdida de la autoestima personal, o los duelos como la viudez, la jubilación o la partida de los hijos. Todas ellas producen sensación de angustia y desamparo que llevan a los sujetos al sedentarismo físico y psíquico, el que a su vez, generalmente, precede a una patología invalidante como son, entre otras, la enfermedad de Alzheimer, la enfermedad de Pick, las demencias post–traumáticas y las demencias vasculares.
La enfermedad de Alzheimer, es una enfermedad neurodegenerativa de causa desconocida, progresiva e irreversible, que conduce a la demencia extrema y a la postración en un plazo variable que va desde los 3 años a los 10 ó 15 años desde que se expresan los primeros síntomas. Su principal factor de riesgo es la carga genética del sujeto y la edad cronológica del enfermo.

Durante su curso la enfermedad atraviesa por tres etapas. La etapa inicial es la más benigna, caracterizándose por pérdida de memoria, particularmente de la memoria de corta duración que dice relación con los acontecimientos inmediatos, y la dificultad para ejercer su rol laboral o jefe de familia. En esta etapa, es muy importante estimular la memoria y reforzar las actividades aprendidas durante la vida laboral para impedir la discapacidad derivada de la depresión y pérdida de la autoestima del sujeto. De allí que esta etapa es la más favorable para intervenir con terapias no farmacológicas, como, la actividad Física dirigida e intencionada, entre otras.

Actualmente, existe acuerdo en la comunidad científica internacional para aceptar que la enfermedad de Alzheimer es de origen genético. En efecto, recién en el año 1984 Glenner y Worg de la Universidad de San Diego, en California, USA, dieron cuenta de un importante descubrimiento científico: determinaron las características químicas de los depósitos densos encontrados en las paredes de los vasos sanguíneos de las meninges cerebrales de pacientes fallecidos de Enfermedad de Alzheimer. Se trataba de depósitos de una proteína particular compuesta por alrededor de 40 aminoácidos llamada Proteína Beta Amiloide o Proteína Beta A4, la que a su vez, proviene de una proteína más grande, conocida como Proteína Precursora del Amiloide o PPA que posee alrededor de 700 aminoácidos.

Recientemente, se ha reportado que la proteína Beta A4 es producida por un gen ubicado en el cromosoma 21 del hombre, muy cerca del locus del gen que codifica para el Síndrome de Down o Mongolismo; además, en el caso de la Enfermedad de Alzheimer, participan genes ubicados en los cromosomas 1, 14, 19.
Estos antecedentes, permiten asegurar que la demencia de las personas mayores que poseen la tara genética, se expresará más tarde o más temprano de su vida, por lo que se hace indispensable educarlos cuando están aún sanos para desarrollar las habilidades que retarden la discapacidad.
Finalmente, vale destacar que este tipo de enfermedad aunque se encube durante toda la vida, puede mantenerse en estado latente y no expresarse clínicamente a menos que aparezca una causa desencadenante del tipo traumante que dé inicio a las manifestaciones clínicas de la enfermedad.

El diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer es extraordinariamente complejo y costoso, aceptándose universalmente que la única forma de confirmar el diagnóstico clínico es a través de una biopsia cerebral que se realiza pots-mortem. Un estudio clínico con exámenes de laboratorio y rendimiento de test cognitivo del enfermo, mide su capacidad de memoria y comportamiento, permitiendo al médico tratante hacer un diagnóstico presuntivo de la enfermedad. Lamentablemente cuando ello ocurre, ya se ha instalado la enfermedad demenciante e iniciando su curso progresivo irreversible.

Por lo anterior, se deberá invertir en el grupo de mayor riesgo, que son las personas mayores que se encuentren en un estado de sedentarismo intelectual y físico, de modo de protegerlos del síndrome socio cultural deficitario que induce a expresión temprana de la enfermedad.
Ciertamente, el tipo de trabajo físico a realizar con las personas mayores en las cuales se pretenda contribuir a prevenir la discapacidad mental por medio de una intervención lúdica motriz, debe ser llevada a cabo con una orientación que repercuta efectivamente en todos aquellos aspectos de la vida afectiva e intelectual del adulto mayor, como es la capacidad de adaptación, la memoria, la seguridad, la percepción, la confianza, la atención, la autoestima y la valoración de lo que es y lo que puede realizar.


Muchas evidencias indican que la privación de estímulos ambientales en personas mayores se relaciona directamente con un mayor deterioro cognitivo. Huppert, en 1998, aplicó un test de memoria a un grupo de jubilados, demostrando que aquellos ancianos que participaban regularmente en actividades recreativas bien planificadas e intencionadas obtenían el mejor puntaje, independientemente del conocimiento intelectual o el nivel de escolaridad.
La estimulación psicofísica, desde una perspectiva neurofisiológica, pretende facilitar el fenómeno de la neuroplasticidad que subyace al hecho del aprendizaje, incorporando cambios duraderos en la función sináptica como respuesta a impulsos repetidos presinápticos. Este mecanismo de sensibilización neuronal permite aumentar las conexiones dendríticas incluso en cerebros envejecidos.
En resumen, cuando se implementa un programa de estimulación sin fármacos a personas ancianas, resulta indispensable que los mayores de 60 años constituyan un universo muy heterogéneo, frecuentemente con insuficiente preparación educacional y cultural, portadores de disfunciones intelectuales, pero todavía conservando capacidad de aprender debido, al parecer, al fenómeno de la neuroplasticidad cerebral.